Una villa como lienzo: la artista francesa que le devolvió la vida a 25 de Agosto
- Bernardo Lapasta
- 22 abr 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 24 abr 2021
Leo Arti llegó a la localidad floridense en 2008 y, sin quererlo, la convirtió en una joya artística junto a sus alumnas, tras crear La ruta de los murales, un trayecto que reúne más de 70 gigantografías y es visitada por turistas durante los fines de semana.

Leo Arti enseña su cuadro favorito dentro de su atelier: Dos corazones en uno, donde están representadas ella y su hija. Foto: Bernardo Lapasta.
25 de Agosto no tiene salida. A diferencia de otras localidades, es necesario volver a la entrada del lugar para regresar a la carretera. “No encontré la salida”, dice Leo Arti con una sonrisa. Por este motivo, se instaló en esta villa floridense sin bullicio, ubicada en la triple frontera con Canelones y San José. La artista francesa de 73 años detesta que le pregunten por qué eligió este pueblo de casi 2.000 habitantes, luego de haber recorrido el mundo y establecerse en lugares como la Amazonia o las playas del Caribe. En realidad, fueron muchas las razones, pero prefiere “mantener el misterio y no explicarlo todo”.
Lo cierto es que, con la llegada de Leo en 2008, 25 de Agosto comenzó a recibir visitantes como en los viejos tiempos, cuando aún funcionaba el ferrocarril. La muralista, cuyo nombre verdadero es Michele Dubaux, empezó a impartir clases de pintura a sus vecinos. Y en 2012 todo cambió. La artista plástica decidió plasmar imágenes de la Fiesta de la Patria Gaucha de Tacuarembó en la fachada de su taller: mujeres, hombres y niños a caballo con sus vestimentas típicas, junto a perros y pájaros. La obra hizo que las alumnas de Leo le pidieran trasladar sus trabajos a las fachadas de sus respectivas casas.
Pinturas pertenecientes a La ruta de los murales, en 25 de Agosto. Fotos: Bernardo Lapasta.
La ruta de los murales fue algo totalmente “improvisado”, explica la artista. Después de las fachadas de las alumnas, llegaron otros vecinos con sus propias ideas y diseños para plasmarlos en las paredes de sus casas (y aún algunos siguen esperando el suyo). De este modo, la villa se fue tiñendo de colores y figuras hasta generar un trayecto de más de 70 gigantografías. Incluso, la muralista llegó a pintar oficinas públicas, la policlínica, la iglesia y algunos negocios de la villa. “Desde que llegó Leo, hay otro movimiento en el lugar”, dice la empleada de la panadería, cuya fachada tiene plasmado un horno por el que salen panes recién horneados.
Fachada de una panadería de la villa. Según Katerine, empleada del lugar, el “movimiento” durante los fines de semana creció en 25 de Agosto, debido a La ruta de los murales. Fotos: Bernardo Lapasta.
Los diseños que componen La ruta de los murales son múltiples y diferentes entre sí, debido a que la muralista no sigue un estilo propio, sino que adapta su arte a las solicitudes de los vecinos. Las paredes del sitio exhiben desde una sirena sobre una roca en el mar a un caballo blanco corriendo a la luz de una luna llena, un gaucho tocando la guitarra, diferentes paisajes, una pareja bailando tango en un balcón, un retrato de Carlos Gardel y escenas cotidianas de un pueblo rural. “Leo le dio vida al pueblo”, dice Beatriz, una vecina del lugar de 71 años, mientras exhibe orgullosa los retratos de aborígenes que decoran su casa.

Beatriz Cuenca nació en el lugar y decidió que sus muros expongan diferentes escenas de la vida de los charrúas. Fotos: Bernardo Lapasta.
En 2019, Leo emprendió un viaje de 300 kilómetros en carreta para pintar nuevas obras en otras localidades. De este modo, las creaciones de la pintora francesa trascendieron 25 de Agosto y llegaron a pueblos de San José y Colonia. El trayecto duró cinco semanas, en el que Leo creó once murales bajo el nombre de El camino de los murales Leoarti.
“Tengo mucho trabajo siempre”, explica la artista, que al mismo tiempo está desilusionada por la poca adhesión que recibe de sus colegas uruguayos. “Falta que la gente se movilice más, que los artistas se movilicen más”, sostiene Leo, tras lanzar en 2020 una iniciativa a pintores de todo el país para que salieran a plasmar abejas por diferentes sitios, con el fin de acompañar la lucha por el cuidado del medio ambiente.
El atelier de Leo es un vagón que ella misma restauró. Casi como si se tratara de una ironía, los dos elementos que le dieron vida a la villa se encuentran unidos en este lugar: el ferrocarril y la pintura. Fotos: Bernardo Lapasta.
Actualmente, la muralista recibe a los turistas durante los domingos de tarde en su atelier, que se encuentra en un vagón de AFE repleto de cuadros tanto de ella como de sus alumnos. El lugar se ubica al lado de la antigua estación de ferrocarriles, frente a la plaza de la villa. Abejas, mariposas y flores de muchos colores adornan el vagón por fuera.
“Yo no buscaba ser famosa, solo quería compartir mi arte con la gente del lugar”, confiesa Leo Arti, que vino en busca de paz y tranquilidad, pero no deja de ser visitada desde entonces. Además, la artista francesa está pensando cuál será su próximo destino y cuándo se irá a vivir a otro lugar. No quiere dar detalles al respecto, pero lo que sí sabe es que continuará su propia ruta a pie.
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