Resumen
El presente trabajo busca explicar algunos conceptos del paradigma culturalista a través de la telenovela argentina Pequeña Victoria (Telefe, 2019). Particularmente, se expondrá la idea de Lectura preferente propuesta por el sociólogo Stuart Hall en Encoding-Decoding y, a su vez, se ejemplificará esta idea a través de la telenovela ya mencionada. También se expondrá el anclaje que presenta este producto comunicacional con la actualidad, entendiendo a Pequeña Victoria como una expresión de lo que se vive actualmente en la cultura argentina y, en cierta medida, también en la rioplatense bajo los códigos del melodrama.

Introducción
el producto comunicacional seleccionado
Pequeña Victoria es una telenovela argentina creada por Érika Halvorsen y Daniel Burman para Telefe. Fue protagonizada por Julieta Díaz, Natalie Pérez, Inés Estévez y Mariana Genesio. A su vez, contó con las actuaciones de Luciano Castro, Daniel Hendler, Nicolás Francella y Facundo Arana. Se emitió de lunes a jueves a las 22.15 horas, desde el 16 de setiembre al 11 de diciembre de 2019.
Si bien la telenovela está compuesta por 51 capítulos, se recurrirá al primero y al segundo, así como algunos momentos de la trama en particular a efectos de explicar algunos conceptos del enfoque culturalista y los estudios de recepción.
A priori, se puede decir que Pequeña Victoria no es estrictamente un melodrama convencional. Sin embargo, este caso no escapa a la definición de este género por diversos motivos que veremos más adelante. El producto comunicacional seleccionado cuenta la historia de cuatro mujeres que se conocen por el nacimiento de Victoria. Una ejecutiva de casi 40 años con grandes posibilidades de ascender al cargo de directora general en la empresa en la que trabaja, llamada Jazmín, decide subrogar el vientre de Bárbara para que su carrera no se obstaculice con el proceso del embarazo. Bárbara es una joven del interior que acepta este contrato para poder ayudar a su familia con el dinero recaudado. Al entrar en trabajo de parto antes de lo esperado, la madre subrogante conoce a Selva, una señora de más de 50 años que conduce un Uber y no solo la lleva hasta el hospital a dar a luz, sino que la acompaña y la cuida después de tener familia. Por último, durante el primer capítulo de la telenovela se presenta a la cuarta protagonista: Emma, una mujer transgénero que donó su esperma para que sea posible el nacimiento de Victoria, una bebé prematura que necesita de sus progenitores para que su salud no se vea en problemas. De esta manera, las vidas de estas cuatro mujeres se van entrelazando a lo largo de la historia, y las cuatro, a su modo, ofician de mamá de la pequeña Victoria. La telenovela desarrolla la historia de cada mujer: esto implica sus orígenes, sus situaciones actuales, el vínculo que mantienen con la bebé, las relaciones amorosas que viven y los obstáculos que cada una de ellas debe atravesar para lograr la felicidad al final de la telenovela.

Wallpaper Pequeña Victoria. Foto: Telefe.
La matriz melodramática
En Pequeña Victoria se puede detectar la matriz melodramática, entendido el melodrama como constitutivo de la telenovela latinoamericana (Sánchez Vilela, 2018). Para exponer esta idea, es necesario recurrir a los componentes que debe reunir la matriz ya señalada (provenientes del melodrama clásico), y que se encuentran desplegados en el trabajo Vino nuevo en odres viejos. La matriz melodramática de la telenovela y los cambios culturales contemporáneos en las identidades de género de Sánchez Vilela (p. 10, 2018):
​
• “Confrontación bien-mal encarnada en los personajes de la Víctima y el Malvado/a”. Aquí es necesario detenernos en algo más profundo que subyace continua y sostenidamente en la historia narrada en la telenovela en cuestión y es que los personajes se encuentran insertos en una cultura que, de algún modo, combaten unos y refuerzan y sostienen otros. Es decir, las protagonistas (que son las heroínas de la historia) encarnan el papel de Víctima y luchan contra una cultura machista, que se presenta a través de Malvados que obstaculizan el camino de superación de las Víctimas. Aquí es necesario recurrir a la historia individual de cada protagonista.
​
En primer término, encontramos a Jazmín que intenta llegar al primer lugar de la empresa donde trabaja. Sin embargo, esto se ve obstaculizado por uno de sus compañeros hombres llamado Gerardo, que comparte la misma meta. Durante el primer y segundo capítulo de la telenovela se observa cómo Gerardo, por su condición de hombre, se enfrenta a menos dificultades para llegar a este objetivo que su compañera Jazmín, quien enfrenta el desafío de atender el nacimiento de su hija, Victoria, pese a haber subrogado un vientre. A su vez, el hecho de que Jazmín haya recurrido a este camino para ser mamá no es casualidad, pues si vivía un embarazo, seguramente le costaría más obtener el puesto de directiva general de la empresa. Esto nos habla de una cultura machista que la protagonista combate explícitamente durante el inicio de la historia (y seguramente durante toda la telenovela).
​
Por otro lado, encontramos a Bárbara, la madre subrogante que combate con el acoso que perpetua José, un hombre que trajo a esta protagonista engañada a Buenos Aires desde el sur para ejercer la prostitución. De nuevo, aquí vuelve a aparecer otro rasgo claramente negativo de la cultura machista expresado en otro personaje Malvado que Bárbara, como Víctima, debe afrontar y combatir para poder liberarse de esa compleja encrucijada.
​
Esta cuestión quizás se ejemplifica más nítidamente con el personaje de Emma, una mujer trans que, en el pasado, cuando era hombre, ofició de donante de esperma a la clínica a la que recurre Jazmín para tener a Victoria. La cultura machista a la que hacemos referencia y que sus protagonistas combaten desde dentro —la historia pretende ilustrar la lucha feminista que libran, de alguna manera, estas mujeres— queda expuesta en el diario vivir de Emma. Esta madre que desembarca sorpresivamente en la trama para el espectador vive en un hogar para mujeres transgénero llamado Casa Diana y los vecinos del barrio atacan y vandalizan la propiedad. Así se ilustra la discriminación que sufren estas mujeres. De todos modos, Emma, como Víctima, encuentra en Lucía (la exesposa de su enamorado) al personaje que oficia de Malvado, dado que esta mujer no solo obstaculiza el romance de Emma con su enamorado, sino que en varias ocasiones la hiere explícitamente por su condición de mujer transgénero.
​
En cuanto a Selva, la cuarta protagonista, encontramos una búsqueda que inicia el personaje en donde descubre su disfrute sexual y lucha así con los prejuicios de esta sociedad. En este caso, quedan en evidencia otros aspectos de esta cultura machista con los que ciertas mujeres deben lidiar. Si bien hacemos alusión a la realidad de Selva para ilustrar el panorama de las protagonistas, aquí no pretendemos encuadrar la situación de este personaje en particular en los conceptos que venimos desarrollando.
Luego de hablar de cultura en varias ocasiones, es necesario definir este concepto desde el paradigma culturalista. Para ello recurriremos a la explicación de Williams (1977), quien propone que
​
“la cultura es un sistema significante a través del cual un orden social se comunica, se reproduce, se experimenta y se investiga".
En este sistema significante realizado se involucra a las prácticas significantes, que, en pocas palabras, es lo que las personas hacen, y estas prácticas son portadoras de significados y componen la cultura que se presenta en la telenovela. Estas acciones son, por ejemplo, los actos discriminatorios que realizan los vecinos en contra del hogar para mujeres transgénero, en el caso de Emma; el comportamiento de los directivos de la empresa donde trabaja Jazmín (en particular, Gerardo), que le piden constantemente a este personaje que demuestre que está capacitada para ser la CEO; y en el caso de Bárbara encontramos un constante acoso en el accionar de José a través de diferentes medios.
​
Volviendo a las características del melodrama, podemos ver que Pequeña Victoria cumple las siguientes condiciones para enmarcar a este producto comunicacional dentro del género:
​
• “El Malvado o la Malvada funciona como el motor del melodrama”. Esto queda demostrado desde el inicio de la telenovela, cuando Jazmín decide subrogar un vientre para ser madre y, al mismo tiempo, no empañar su carrera laboral. Este es el disparador de la historia, dado que este episodio confluye en el nacimiento de Victoria y el posterior encuentro de las cuatro mujeres protagonistas, que ya no se separarán más. A su vez, los Malvados de esta historia, tal como se menciona en este ítem, son el motor del melodrama en cuanto a que obstaculizan el camino de estas mujeres para alcanzar la felicidad. Es así que una vez resueltos los conflictos entre los Malvados y sus “respectivas” Víctimas, Jazmín, Bárbara, Emma y Selva alcanzan la felicidad de la mano de los otros personajes que las apoyan y las quieren, pero, sobre todo, encontramos el ejercicio de la maternidad por parte de ellas cuatro hacia Victoria y se cierra así la historia. Vale aclarar que, entre otros aspectos, también se concretan los vínculos amorosos de “los buenos”, propios del melodrama.
​
• “La Víctima, caracterizada por la virtud, es destinataria del daño.” Como ya se explicó previamente, tanto Jazmín como Bárbara, Emma y Selva son las destinatarias del daño provocado por la cultura machista que encarnan los Malvados.
​
• “La Víctima debe producir compasión e identificación (en conexión con la tragedia).” En el esquema narrativo de la historia que propone Pequeña Victoria, las cuatro madres de la bebé, o sea, “las buenas”, producen en el televidente tanto compasión como identificación por las injusticias que ellas viven y pretenden superar. Como ya se mencionó, son la discriminación, el lugar de vulnerabilidad de la mujer en la empresa y el acoso los elementos que determinan este lugar de compasión para las protagonistas.
​
• “Exposición cruda del dolor y la desgracia.” En cuanto a esto, las situaciones que viven estas mujeres durante la trama las llevan al llanto, el miedo, la frustración y la violencia, justamente, por ser las Víctimas de la historia.
​
• “Restauración del orden: supone el castigo al mal y la recompensa a la virtud.” En la escena final de Pequeña Victoria podemos ver una superación del mal y un alcance de la felicidad de “los buenos”, en que se superan las maldades de los Villanos. Esto también lo podemos observar en aspectos físicos, debido a que se hace una ceremonia para el festejo de esta felicidad que finalmente se alcanzó y queda materializada en la vestimenta blanca de los personajes, que simboliza la bondad que triunfa ante el mal.
​
•“El desenlace cumple una función catártica y moralizante.” Como comentábamos con anterioridad, los personajes “buenos” logran una estabilidad al encontrar su respectiva felicidad. Pero aquí es particularmente importante señalar a los “premiados” y “castigados” en esta historia, dado que a partir de esto se genera empatía en el televidente hacia la Víctima que, tras superar las injusticias desplegadas en el arco argumental de la historia, pasa a ocupar el papel de heroína. Al verse premiada la mujer trans, la mujer que se ve en desigualdad ante el hombre en el ámbito laboral, la mujer que sufre acoso, se da una reivindicación de esta lucha feminista que termina siendo reconocida y premiada bajo los esquemas del melodrama y, de este modo, se pone en el lugar del bien a estos personajes y se castiga a los personajes victimarios que encarnan esta cultura que afecta a “los buenos”. De esta manera, queda expuesta la función moralizante del melodrama.
​
Es pertinente destacar que la telenovela, como género cuya raíz radica en el melodrama, puede mantener su identidad y, al mismo tiempo, incorporar lo novedoso. De esta manera, la telenovela puede representar los parámetros morales de una determinada sociedad en un momento determinado. En términos de Sánchez Vilela: la telenovela “expresa sus temas dominantes y conflictos, puede desafiar el orden tradicional, pero a la vez reconstruye un nuevo orden, forma parte de un proceso de instalación de patrones de significados preferenciales” (2018, p. 12). Es por esto que Pequeña Victoria logra colocar en el tapete algunos temas actuales, como el alquiler de vientre, lo complejo que se vuelve ser una mujer embarazada en el ámbito laboral —aspecto anclado al concepto de techo de cristal—, también, de algún modo, el disfrute del sexo en las mujeres maduras y, sobre todo, interpela el concepto de maternidad al mostrar la relación de estas cuatro mujeres con la pequeña Victoria. A su vez, consolida la inclusión de nuevas representaciones identitarias, como es el caso de Emma. Decimos “consolida” porque la inclusión de mujeres transgénero en las telenovelas ya tiene precedentes (como en Los Roldán y 100 días para enamorarse), aunque no se lo haya vinculado al tema de la maternidad.
​
En esta condición maleable que propone la telenovela, es necesario aclarar que si bien propone nuevas representaciones de acciones y personajes como se explicó en el párrafo anterior, también se mantienen ciertos discursos y representaciones. En el caso de Pequeña Victoria, podemos observar nuevas situaciones y la consolidación del giro feminista que se venían dando en las telenovelas. Sin embargo, se puede decir que al momento de personificar a la mamá transgénero de Victoria se recurre a Mariana Genesio, una modelo y actriz argentina que diluye su condición de mujer trans por sus finos rasgos muy cercanos a los de una mujer que cumple con el estereotipo de belleza instaurado en nuestra cultura: alta, flaca, de rasgos finos. De hecho, estas características quedan en evidencia al momento en que Emma se encuentra en Casa Diana con las otras mujeres trans.
​
A su vez, al momento de hablar del goce sexual en las mujeres maduras, nuevamente observamos este patrón de belleza con una mujer rubia, de ojos claros, delgada. Este es el caso del personaje de Selva, interpretado por Inés Estévez. En otras palabras, recurrir a ciertos estereotipos de belleza para representar a la Víctima o al personaje bueno que se transforma en heroína, si bien puede facilitar la colocación de determinados personajes en ciertos roles (hasta por una cuestión estética, en el sentido filosófico), también puede contribuir al afianzamiento de ciertos estereotipos en las sociedades y generar un doble discurso.

Emma, la madre transgénero de Victoria, junto a sus compañeras del hogar. Foto: Telefe.
Lectura preferente en Pequeña Victoria
Volviendo a la idea de que la telenovela, como producto comunicativo, funciona como instalador de patrones de significados preferentes y también representa “la visión moral de un momento” (Sánchez Vilela, 2018, p.12), podemos recurrir a Hall (2005) y, por ende, al paradigma culturalista para expresar esta idea y también ahondar sobre ella:
​
Toda sociedad o cultura tiende, con diversos grados de clausura, a imponer sus clasificaciones del mundo social, cultural y político. Esas clasificaciones constituyen un orden cultural dominante, a pesar de no ser este unívoco ni incontestable. La cuestión de la “estructura de los discursos en dominancia” es un punto crucial. Las diferentes áreas de la vida social parecen estar dispuestas dentro de dominios discursivos jerárquicamente organizados a través de sentidos dominantes o preferenciales (p. 123).
​
El foco del modelo Encoding-Decoding está puesto en la relación que tienen las lecturas preferidas (es decir, el modo en que los textos mediáticos quieren ser leídos) con cultura e ideología dominante, en otras palabras, estas lecturas preferentes tienden a reforzar y reproducir esta cultura dominante. Por otro lado, más allá de lo expuesto anteriormente, se establece una relación entre el texto mediático y la audiencia. Aquí pueden suceder tres cosas: se puede dar una lectura preferente, negociada o de oposición. Cuando se da la lectura preferente la audiencia está completamente de acuerdo con el mensaje que pretende transmitir el texto.
En el caso de Pequeña Victoria, la lectura preferente se puede determinar si analizamos a los personajes que son “premiados” en el esquema de la narrativa. Como ya fue desarrollado, este texto nos habla del empoderamiento de la mujer, la diversidad al momento de pensar la maternidad, la diversidad sexual y la desigualdad que sufre la mujer en el ámbito laboral. En definitiva, esta telenovela nos habla sobre la cultura machista y la lucha de las protagonistas contra este sistema que, como ya se ha explicado, se encarna en personajes Malvados (en términos de la estructura melodramática).

Las cuatro "mamás" de Victoria y la bebé. Foto: Telefe.
Referencias
Hall, S. (2005). Enconding/Decoding. En S. Hall, D. Hobson, A. Lowe & P. Willis (Eds.), Culture, media, language. Working Papers in Cultural Studies 1972-79 (pp. 117-127). Routledge.
​
Sánchez Vilela, R. (2020). Vino nuevo en odres viejos. La matriz melodramática de la telenovela y los cambios culturales contemporáneos en las identidades de género.
​
Comunicación y Sociedad, e7505. https://doi.org/10.32870/cys.v2020.7505
Williams, R. (2000). Marxismo y Literatura. Barcelona, España: Ediciones Península.